martes, 29 de noviembre de 2011


Igual que su maestra, Madame Blavatsky, quien ha llegado a ser reconocida como la mas grande ocultista pública del siglo diecinueve; así también C.W. Leadbeater es muy posible que sea reconocido como uno de los más grandes prominentes ocultistas del siglo veinte.

Cuando tratamos de acercarnos a ellos por medio de lo que escribieron, o simplemente contemplando las vidas de dedicación y esfuerzo que llevaron, en ambos casos nos encontramos frente a una vida matizada con un indoblegable coraje y una lealtad indomable. En cuanto a Leadbeater, la impresión de estas cualidades están remarcadas por esa imperturbable confianza que tan fuertemente nos deja ver a un hombre que sabía bien a dónde iba y que es lo que tenía que hacer. Debido a esto fue ratificado por muchos como "el que tiene autoridad", y continuaría hasta marcar una fuerte influencia en las mentes y los valores de muchas generaciones venideras.

Leadbeater era en hombre poco accesible. Reservado, ensimismado, autocrático, en cierta forma excéntrico, y muchas veces se irritaba por los choques e incompatibilidad en el orden de las experiencias simultáneamente presentes pero sin embargo dispares. Él no se revelaba fácilmente a sí mismo. Permitía que hablaran y opinaran a cerca de él ya sea que lo hicieran favorable o desfavorablemente o simplemente que no hablaran la verdad. Mientras que disminuye el número de aquellos quienes recibieron el impacto directo de su inspiradora y a veces formidable personalidad, el Obispo Leadbeater es conocido hoy casi exclusivamente a través de sus escritos y por medio de los movimientos e instituciones que él fundó o ayudó a fundar.

Ya sea como una personalidad histórica, o como autor de casi veinte notables libros, logró un inmenso poder con su imperturbable unipuntualidad y su capacidad de quitarle importancia y de no dar su atención a lo que él consideraba irrelevante. Todo lo que él describía era casi siempre diferente a lo que otros describían. Todo lo que él intentaba era describir las cosas como él las veía, y si ello era útil para alguien el se daba por satisfecho.

Él era bastante abierto con respecto a que, lo que es realmente indescriptible, no puede describirse y todos los intentos desde el punto de vista descriptivo, con respecto a realidades subyacente, se equiparan cuando ellas involucran incompatibilidades.
Las comprobaciones de algunos de sus análisis por medio de la observación científica, está por hacerse. Sin embargo, su lenguaje y sistema de conceptos no son muy modernos, y , como en el tema del átomo, podría descubrirse que, -como en otros campos de estudio también-, él y sus científicos sucesores no siempre hablaban sobre las mismas cosas.
Sus descripciones de la naturaleza humana y la constitución psicológica del hombre han sido criticadas ya que no se acomodaban adecuadamente a la idea de "inconsciente" tan prevalente en ese siglo. Profundas investigaciones de sus apreciaciones sobre la anatomía invisible del hombre, muestran que bajo ningún punto, él omitió el factor inconsciente, ya sea individual o colectivo; pero por otra parte, lo describió en términos tan diferente de aquellos usados en la época hasta el punto de ser irreconocibles para muchos acostumbrados a las formas modernas de escritura sobre dicho tema.

Sus escritos contienen material que está completamente interrelacionado, a tal punto que ellos no pueden responder al acercamiento de alguien que quiere hacer una investigación superficial o solamente darles una mirada con la expectativa de destruirlos. La objeción que aparece en la mente del lector, en algún lugar, muchas veces es respondida por una implicación en algún otro lugar. Lo que él describe debe ser juzgado a largo plazo en términos de su propia estructura, la cual fue profundamente condicionada por el trasfondo del período histórico en el que él vivió y por sus propias elecciones personales, valores y su lenguaje de pensamiento. Una vez que todo esto se tiene en cuenta, su mensaje se vuelve vívido y a veces inquietante.
Las investigaciones del Obispo Leadbeater, siempre fueron esencialmente verdaderas y eticas. Él buscaba descubrir como son las cosas realmente, con el fin de decidir que debería hacerse. Las generalizaciones teóricas no eran algo que él tomara seriamente o algo que manejara a la perfección u originalmente. Él no era metafísico ni teólogo. Todo lo que él decía en términos generales, era solamente una concesión de cortesía hacia las personas y poder así sonar trivial.
Extraído de: "Leadbeater, una biografía"

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